NOTIVIDA, Año IV, nº 221, 12 de mayo de 2004

Buenos Aires, Argentina

CLONACIÓN: EL GOBIERNO CAMBIA DE BANDO

El 8 de marzo pasado el Comité de Ética en la Ciencia y la Tecnología (CECTE), dependiente del Ministerio de Educación que encabeza Daniel Filmus, concluyó su “Informe y Recomendaciones sobre Clonación Humana”, que presentó a la prensa el 3 de mayo.

El CECTE respondió de este modo al pedido del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto que le solicitó la evaluación del Proyecto de Convención Internacional para prohibir la clonación humana en todas sus formas, promovido por Costa Rica en Naciones Unidas.

En su informe, el Comité reprobó la clonación reproductiva y apoyó la clonación terapéutica, instando al gobierno nacional a que cambie la posición sostenida por Argentina en el 2001 cuando patrocinó, junto al Vaticano, EE.UU. y otros países, la propuesta de Costa Rica. (El cambio de postura de Argentina en la ONU sobre este tema fue anunciado en marzo por el canciller Rafael Bielsa luego de su visita al Vaticano, vid. Clarín 15-03-04).

La recomendación se funda en que en la clonación terapéutica “el blastocisto clonado nunca se implanta en el útero”. Señala el informe que “un embrión desarrollado in vitro (independientemente de la técnica utilizada), no puede completar su desarrollo a menos que sea reintroducido en el útero de una madre”. Añaden los científicos que “hasta ese momento posee toda la información genética, pero carece de las condiciones ambientales para proseguir su desarrollo”; por lo que concluyen que es sólo un ser humano en potencia, porque “sólo la implantación exitosa del embrión en el útero puede aportar la información ambiental y permitir que el embrión despliegue su potencialidad para convertirse en un ser humano”.

Recordemos que la identidad del ser humano permanece en el tiempo a pesar de los cambios biológicos, y es la misma en el inicio y en el ocaso de la vida. El ser humano va actualizando a lo largo de su desarrollo sus capacidades potenciales. Lo que está en potencia en la etapa embrionaria –antes y después de la implantación- es la plenitud del ser humano, no el ser humano. El Comité comete un gravísimo error: confunde a un ser humano actual -potencialmente desarrollado en plenitud- con un ser humano en potencia. Antes de la implantación hay potencialidades accidentales, no sustanciales. La forma sustancial que define al ser humano, ya está -toda entera- antes de la anidación y no varía con ésta, como no varía en el parto, momento en el que cambia –aún más- la “información ambiental”.

La definición, además, va más allá del tema de la clonación terapéutica que “es moralmente inaceptable”, tal como señalara el Santo Padre, el 29 de agosto del 2000, en su discurso a los participantes en el XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes. Considerar a la persona humana durante los primeros días de su gestación y hasta tanto se produzca la implantación en el útero materno, como un ser humano “potencial”, da pie para justificar todos los crímenes que pueden cometerse en esa etapa del desarrollo: eliminación de embriones producidos por fecundación artificial, la utilización de abortivos con efecto anti-implantatorio, etc.

Con respecto a la distinción entre clonación reproductiva y clonación terapéutica que plantean los países que no apoyan la propuesta de Costa Rica, la Santa Sede ha declarado: “Un embrión clonado, que no está destinado a ser implantado en un seno, sino que es creado con el único objetivo de la extracción de sus células y de otros materiales, está destinado a la destrucción programada. (...) Una de las misiones fundamentales de las Naciones Unidas es defender los derechos de todos los seres humanos. Si las Naciones Unidas prohibiesen la clonación reproductiva sin prohibir la clonación con fines de investigación, este organismo estaría implicado por primera vez en la legitimación de algo increíble: la creación de seres humanos para el expreso propósito de destruirlos” (Discurso pronunciado por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, New York, 21-10-03).

Integrantes del CECTE

Roberto FERNÁNDEZ PRINI, químico, profesor, investigador del CONICET, Director del INQUIMAE, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires (UBA).

Samuel FINKIELMAN, médico, profesor consulto, investigador del CONICET, Director de la Unidad Hospitalaria Instituto de Investigaciones Médicas "Alfredo Lanari", UBA.

Stella M. GONZÁLEZ CAPPA, médica, especialista en parasitología, profesora e investigadora del CONICET, Facultad de Medicina, UBA.

Noé JITRIK, escritor y crítico, Director del Instituto de Literatura Latinoamericana, investigador del CONICET, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

Aída KEMELMAJER de CARLUCCI, Doctora en Derecho, profesora de la Universidad de Mendoza y de la Universidad Nacional de Cuyo, miembro de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires y correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Ministro de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza.

Alberto R. KORNBLIHTT, biólogo, profesor e investigador del CONICET, Laboratorio de Fisiologia y Biología Molecular, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.

Ernesto E. MAQUEDA, físico, investigador del CONICET, Comisión Nacional de Energía Atómica.

Eduardo H. RAPOPORT (desde diciembre de 2003), ecólogo, Doctor en Ciencias Naturales, Investigador Superior del CONICET, profesor emérito, Director del Laboratorio Ecotono, U.N. Comahue.

Fernando O. ULLOA, médico, psicoanalista, profesor honorario, UBA.

Coordinadora:

Otilia VAINSTOK, socióloga, profesora Centro de Estudios Avanzados, UBA, directora del Capítulo Sudamericano del Green Chemistry Institute.

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NOTIVIDA, Año IV, nº 221, 12 de mayo de 2004

Editor Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja

Coeditor: Lic. Mónica del Río

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