NOTIVIDA , Año III, nº 128, 18 de Febrero de 2003 

HOMOSEXUALIDAD: ¿OPCIÓN O PATOLOGÍA?

Con motivo del convenio firmado por la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina con el Consejo de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el día 11-02-03 el Dr. César Bergadá, Presidente de la Academia Nacional de Medicina, publicó en La Nación de Buenos Aires, una carta referida a la homosexualidad destacando que ésta es una anormalidad patológica.  

El día 13, el presidente de la Sociedad de Integración Gay Lésbica, le contestó -también en La Nación- al Dr. Bergadá recomendando la lectura de los trabajos del Dr. Money en los cuales supuestamente se demuestra que la orientación sexual no viene dada por la naturaleza sino que es cultural o socialmente adquirida, presentándola como una opción libre, y no como una patología. 

Aunque no es habitual que Notivida envíe mensajes tan extensos, consideramos éste sobre los inhumanos e inmorales experimentos de Money de indudable interés. La síntesis que presentamos de un libro aparecido hace dos años, es del Dr. Carlos Velazco Suárez, psiquiatra de indiscutible prestigio.  

LA FUERZA ORIGINARIA DE LA CREACIÓN 

John Colapinto, As nature made him. The Boy who was raised as a girl, Perennial, Harper Collins, New York 2001, 289 pag. 

Este libro es un conmovedor testimonio y un extraordinario documento que golpea de lleno en el corazón de las dramáticas contradicciones del final de la cultura de la modernidad iluminística. El carácter sagrado de lo humano y el carácter demoníaco de la hibrys que intenta negarlo y avasallarlo, se manifiestan con sencilla e irresistible elocuencia en este relato de un hecho verídico. 

En 1967 un par de gemelos verdaderos (univitelinos) fue llevado por sus padres a un hospital de Winnipeg (Canadá) para ser sometidos a una sencilla intervención quirúrgica corregir una fimosis (estrechamiento congénito de la piel del prepucio). Los bebes tenían ocho meses de edad. Un desgraciado accidente (corto circuito en el electro bisturí) quemó, destruyéndolo, el pene del primer bebe. La desolación y la perplejidad se apoderaron de los padres y de los profesionales. Después de diversas vicisitudes, los padres fueron aconsejados consultar a quien, hasta hace muy poco, era tenido por uno de los máximos especialistas mundiales en sexualidad: el Dr. John Money, un psicólogo neozelandés, que había logrado transformarse en el mentor de la primer clínica que se organizó en el mundo para el estudio y el tratamiento de los estados intersexuales, en el afamado hospital John Hopkins de Baltimore (USA). 

Resulta de sobresaliente interés el hecho de que Money sea el creador del concepto de género (o de identidad sexual genérica) (pág.26), que tan amplia difusión ha alcanzado en las últimas décadas en los debates sobre la sexualidad y las regulaciones legales a ella vinculadas. Money fue el adalid científico -y al mismo tiempo político- de la teoría que afirma que la orientación sexual no obedece a la determinación genética sino a la psicosocial o cultural. A partir de trabajos sobre casos de hermafroditismo, Money amplió sus conclusiones para sostener, ya en 1955, que "la sexualidad es psicológicamente indiferenciada en el momento de nacer y que se vuelve diferenciada como masculina o femenina en el curso de las variadas experiencias del desarrollo" (pág.33). 

En el apasionado debate americano sobre Nature vs. Culture (Naturaleza vs. Cultura), Money inclinaba decididamente la balanza en favor de la determinación cultural de algo tan decisivo como la identidad sexual del ser humano. Lo hacia sosteniendo el carácter científico (es decir, probado) de sus aseveraciones. Con notable habilidad y perseverancia, logró que el hospital John Hopkins autorizara la primera intervención quirúrgica de cambio de sexo (la que se realizó el 1 de junio de 1965) y que los principales órganos periodísticos del país cambiaran su opinión, netamente desfavorable, por una favorable a dichas intervenciones. A partir de allí las compuertas se abrieron y miles de operaciones de "reasignacion de sexo" se realizan todos los años a lo largo del mundo. La influencia de Money en el terreno académico y en la práctica clínica se volvió prácticamente indiscutible en las décadas que siguieron. 

Sólo dos voces de disidencia se hicieron apenas oir en este periodo. La de un equipo de psiquiatras canadienses, que señalaba las inconsistencias metodológicas y estadísticas de los trabajos de Money y advertía que las intervenciones quirúrgicas de castración y cambio de sexo en bebés nacidos con penes pequeños o inexistentes podría llevar a comportamientos de crianza "trágicamente incongruentes" con el sexo somático principal. Y la del equipo de la Universidad de Kansas, con el Dr. Young, un afamado anatomista, y el joven Dr. Milton Diamond, quien llevaría adelante durante treinta años un serio e infatigable cuestionamiento del carácter científico de las afirmaciones de Money. 

La familia y el niño, verdadero héroe de esta dramática historia, quedaron a merced de una abrumadora opinión pública, científica y mediática. Los padres trataron desesperadamente de cumplir con las indicaciones de la autoridad mundial en cuyas manos habían depositado el destino de su hijo. El Dr. Money movilizó todos sus recursos de persuasión, seducción, e intimidación, para llevar adelante el "experimento" crucial de su vida científica y profesional, ya que este era el único caso que había llegado a sus manos de un niño nacido normal como varón (sin deformaciones congénitas) y con un testigo igualmente normal y genéticamente idéntico, su hermano gemelo. El éxito del caso proporcionaría una confirmación irrefutable a su teoría y un desmentido a las críticas arriba mencionadas. El niño fue castrado y se le practicó una primera plástica para proporcionarle una rudimentaria vagina artificial, El Dr. Money supervisó de manera férrea la crianza y la educación del niño como mujer. El caso adquirió nombradía mundial en todos los foros científicos y en los medios, en donde Money lo iba presentando como un éxito notable. El niño, que nada sabía acerca de su verdadera historia, experimentaba un oscuro malestar frente a la educación femenina que se le quería imponer y un rechazo visceral y creciente hacia la persona del Dr. Money. 

Mientras, el Dr. Money anunciaba en todos los foros científicos y mediáticos el éxito completo de su experimento, durante once años, se fue desplegando el escenario verdadero, detrás de la rosada y triunfal imagen que Money presentaba al mundo: el terrible vía crucis del niño, que luchaba a ciegas contra el destino que quería imponérsele, y el sórdido drama que fue envolviendo a toda su familia. Su madre entró en una severa fase depresiva con reiterados intentos de suicidio; el padre se volvió alcohólico y perdió su trabajo. El hermano gemelo sufrió serios trastornos de rendimiento personal y de adaptación social. 

El creciente rechazo del niño hacia el Dr. Money persistió a lo largo de los años e hizo finalmente estallido cuando, próxima su pubertad, en mayo de 1978, Money realizo un nuevo intento, violento, para obligarlo a aceptar que se le practicara una plástica quirúrgica definitiva que consolidaría su "identidad femenina". Este paso venía siendo preparado a través de la administración de hormonas femeninas, que comenzaron a producir cambios en su físico. El niño percibía, además, que se había establecido una sólida alianza entre sus padres y el Dr. Money para llevarlo a la operación. Ese día Money quiso forzar su consentimiento recurriendo a la intervención de "una estudiante". Esta estudiante era en realidad un transexual operado. El niño percibió inmediatamente que se trataba de un varón y su sentimiento de rechazo y disgusto se trasformó en pánico. Pensó que iba a ser llevado allí mismo a la sala de operaciones y haciendo un esfuerzo desesperado se desembarazó de los brazos del Dr. Money que intentaba retenerlo y corrió frenéticamente por corredores y escaleras perseguido por el transexual, hasta llegar a la calle. Reunido con sus padres les dijo enfáticamente que si intentaban llevarlo de nuevo ante el Dr. Money se quitaría la vida. A partir de este momento se negó de manera irreductible a volver a verlo. 

El único apoyo que sostuvo a esta desgraciada familia durante todos esos terribles años fue el del equipo psiquiátrico local de ayuda que, aunque sometido a la inapelable autoridad de Money, fue abriendo progresivamente sus ojos a la realidad, en particular su psiquiatra personal, la Dra Mckenty, una mujer cálida, intuitiva y valiente. El episodio de mayo de 1978 fue decisivo para la torna de conciencia del equipo de ayuda. La aparición del grupo de la BBC, que narramos en el párrafo siguiente, completó su visión de las cosas y llevó a los responsables del equipo a plantear con firmeza a los padres la imprescindible necesidad de revelar al niño su verdadera historia. El 14 de marzo de 1980, Ron, el padre del niño, tomó a su cargo la difícil misión, con gran esfuerzo y fuerte repercusión emotiva. La revelación despertó en el niño una mezcla de intensas emociones: ira, incredulidad, asombro, pero, sobre todas ellas, dominó, de acuerdo a su relato, un sentimiento de profundo alivio. "Repentinamente cobró sentido todo lo que había sentido, de la manera en que lo había sentido. Yo no era una suerte de rareza. Yo no estaba loco " (pág. 180). La decisión de resumir su originaria identidad masculina siguió de manera casi inmediata a esta experiencia. Eligió rebautizarse con el nombre de David , que aceptaron sus padres, porque se sentía de a1guna manera identificado con el héroe pequeño que enfrento solo al gigante y liberó a su pueblo. 

El siguiente capítulo fue igualmente arduo. La resistencia contra los desesperados intentos de Money por recuperar su precioso caso se vio facilitada por un hecho providencial. Un equipo de la BBC de Londres especializado en investigar escándalos médicos, tuvo alguna noticia de que las cosas no andaban tan bien como se decía en el famoso caso. Localizó al niño y pudo entrevistar a sus padres y a algunos de los miembros del equipo de ayuda. Luego entrevistó a Money, quien reaccionó con un ataque de pánico y de ira. Creyéndose amparado por su universal prestigio, Money se dirigió a las autoridades de la BBC amenazándolas con un juicio, pero éstas decidieron respaldar a sus investigadores. A partir de aquí se desarrolló una serie vertiginosa de sucesos que llevaron, entre otras cosas, al encuentro del niño y de su familla con el Dr. Milton Diamond, quien durante años insistió sin resultados ante Money para que respondiera a sus interrogantes sobre la evolución del caso. David y su familia encontraron en el un sólido y afectuoso apoyo, humano y científico. La mentira de Money quedó finalmente desenmascarada, no sin largas luchas, en los ámbitos científicos y ante la opinión pública. Dos trabajos importantes contribuyeron a ello: uno científico, de Diamond y Sigmundson (este último era el psiquiatra jefe del equipo de ayuda de Winnipeg), y otro periodístico, de John Colapinto, el autor del libro que comentamos, en la revista Rolling Stone (David eligió a Colapinto entre varias alternativas periodísticas debido a su pasión por la música de rock), Money fue alejado de sus posiciones en el John Hopkins y quedó desacreditado de una manera inapelable, moral y científicamente. Se trataba de un psicópata talentoso, perverso sexual y mentiroso. 

El camino del renacido David siguió siendo doloroso. Tuvo que sufrir dos penosas intervenciones quirúrgicas: primero una mastectomía bilateral, para suprimir los pechos que se habían desarrollado como consecuencia de la administración de hormonas femeninas y, luego, una compleja y sofisticada plástica la que, por medio de técnicas de microcirugía recientemente desarrolladas, le proporcionó un pene con respuestas muy próximas a las normales lo que le devolvió la posibilidad de una vida sexual. Pero su adaptación fue larga y tormentosa. Un intento de suicidio la jalonó, antes de la última faloplastía, a raíz de un incidente con una joven que descubrió su anormalidad física mientras él estaba alcoholizado. La operación le restituyó un grado importante de seguridad en sí mismo en cuanto varón. Pero la desolación continuaba: no se resignaba a no poder ser un padre y un marido normal, con hijos. 

En estas circunstancias David hizo algo que, según sus declaraciones, jamás había hecho en su vida: se encontró rezándole a Dios. Le dijo: "Tu sabes, he tenido una vida tan terrible. No voy a quejarme ante Ti porque debes tener una idea de por qué Tú me has puesto a través de esto. Pero yo puedo ser un buen marido si se me da la oportunidad; pienso que puedo ser un buen padre, si se me da una oportunidad (pag. 191). Dos meses más tarde, su hermano y su cuñada le presentaron una joven de veinticinco años, Jane, con una personalidad que resultó ser particularmente apropiada para David. Jane era soltera pero tenía tres niños, dos mujeres y un varón, a quienes cuidaba con afectuosa dedicación Ambos encontraron, el uno en el otro, el verdadero amor que la vida hasta ese momento les había negado. Dos años y cuatro meses después de haberse conocido, el 22 de septiembre de 1990, David y Jane contrajeron matrimonio en una Iglesia de Winnipeg. 

El importante paso siguiente fue la toma de conciencia de David de que su caso debía salir del anonimato que lo protegía y arriesgarse a enfrentar a la opinión publica relatando su historia para denunciar el abuso intolerable que había soportado y ayudar a que otros niños no sufrieran su suerte. David pensaba que su caso era único, cuando se enteró que a partir de 1961, y apoyándose en él, miles de niños en todo el mundo sufrían, o podían sufrir, su misma suerte, tomó esa determinación que, como lo ha manifestado después, es la que más orgullo le ha proporcionado en su vida. No le importaron las reacciones de ludibrio, de ridículo, que él pensaba inevitables. Veía claro que era necesario que se escribiese un libro con su historia ya que el artículo de The Rolling Stone era insuficiente y vio claro asimismo, en una conversación con Colapinto, que para que el libro tuviera la fuerza de convicción necesaria debía marcar su salida del anonimato y presentar una exposición lo mas completa y detallada posible de su vida. Consultada su mujer y el resto de su familia, se decidió por este criterio y se lo comunicó a Colapinto. Este fue el origen del libro que comentamos. 

El libro apareció en febrero del 2000 (inaugurando el milenio) y las repercusiones en los lectores fueron exactamente opuestas a sus temores. Una marea de expresiones de simpatía, admiración, afecto y reconocimiento inundó su correo y se manifestó en las expresiones de sus vecinos, de sus amigos, de todos cuantos lo conocían. Aceptó ser entrevistado a cara descubierta en numerosos programas televisivos de todo el país. Después de uno de ellos (Good morning America), Colapinto fue testigo de la siguiente escena: caminaban por la Quinta Avenida de New York cuando una mujer- que salía de la boca del subterráneo en medio de la bruma matinal y de la multitud apresurada lo reconoció, lo tomó de la mano y le dijo conmovida: "You walk in the light, man" ("Tu caminas en la luz, hombre!') para perderse enseguida en la corriente de peatones. Este tipo de testimonios se multiplicó. Ante su sorpresa lo detenían en la calle para pedirle autógrafos. Pero este tener que hablar una y otra vez de su experiencia le resultaba muy difícil, le reactivaba cada vez recuerdos extremadamente dolorosos. "Pero,- le manifestó a Colapinto- si uno se ha propuesto dejar que la gente conozca la verdad, no tiene alternativa. Es la única manera de cambiar las cosas" (pág. 285). 

Como acertadamente señala John Colapinto, la historia de David Reiner, en su singularidad única, manifiesta un problema universal del ser humano: el carácter decisivo del conocimiento y de la afirmación de su identidad personal. Cuando su padre le revela la verdadera historia, en el fondo de la fuerte conmoción emotiva, David experimenta un profundo alivio y la primera pregunta que le formula es cuál era mi nombre?. La inmediata decisión de reasumir su identidad masculina va seguida de la de la elección de un nuevo nombre. El que se proponga el nombre de David, el joven y pequeño héroe bíblico que derrota al gigante y libera a su pueblo, arroja una luz acerca del proceso que se estaba desarrollando en su interioridad. En el momento en que, por primera vez en su vida, se dirige a Dios en oración, David pronuncia esa frase tan emotiva y tan llena de significado: "Tu sabes, he tenido una vida tan terrible. Pero no voy a quejarme ante Ti, porque Tú debes tener alguna idea de por qué me has puesto a través de esto.  Se revela en ella que, en el diálogo profundo con Dios, su alma esta teniendo la percepción de que hay un sentido misterioso en su sufrimiento y, por lo tanto, en su propia vida. La elección del nombre de David manifiesta la configuración de este sentido. Por eso es que, afirmada su identidad masculina, de marido y de padre, da el paso siguiente, el que más orgullo le proporciona, arriesgarse a enfrentar el ridículo y el escarnio públicos, abandonando el anonimato protector, para cumplir con la misión que corona el sentido de su vida y de todos sus sufrimientos: ser el David que derrota con su coraje a las fuerzas terroríficas que querían destruir su vida y que pretenden ahora seguir destruyendo las vidas de miles y miles de niños y de otras personas en todo el mundo, utilizando una infame mentira acerca de su caso. 

He intentado contar, de la manera más completa y más sintética posible, esta extraordinaria historia. Lo he hecho por no existir todavía, en lo que alcanzan mis noticias, una traducción castellana de la misma. Esta traducción resulta imprescindible dada la trascendental importancia de su lección para la cultura de nuestro tiempo, la hondura de su contenido humano y la singular eficacia y calidad literaria que supo imprimirle su investigador y narrador. Carlos A. Velasco Suarez. FIN 

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NOTIVIDA, Año III, nº 128, 18 de Febrero de 2003

Editores: Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja y Lic. Mónica del Río

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