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CLONACIÓN HUMANA: ¿REPRODUCTIVA O TERAPÉUTICA?

 R.P. Alfred Cioffi, STD

La célula es la unidad básica de la vida; todos los seres vivientes estamos compuestos de células. Cada célula del cuerpo contiene un núcleo. El núcleo contiene cromosomas, que están compuestos de genes. Los genes forman todas las características de nuestro cuerpo. Las células del ser humano contienen 46 cromosomas ó 23 pares.

Según su composición genética, existen dos tipos de células en nuestro cuerpo: células somáticas (que contienen 23 pares de cromosomas) y gametos (que sólo contienen 23 cromosomas, sin pares). La gran mayoría de las células en nuestro cuerpo son células somáticas, mientras que los espermatozoides y los óvulos son gametos. El motivo por el cual los gametos sólo tienen 23 cromosomas es para que, cuando un espermatozoide se una con un óvulo en la fertilización, la nueva célula que se forme tenga el número completo de 23 pares de cromosomas. Estos 23 pares son necesarios para el desarrollo normal del ser humano. Esta nueva célula fertilizada se llama cigoto, que significa "pequeño ser" en griego. Cada uno de nosotros comenzó nuestra existencia individual como un cigoto en el seno de nuestras madres, nueve meses antes de nacer.

Existen dos formas básicas de reproducción en la naturaleza: sexual y asexual. La reproducción sexual ocurre por medio de la unión entre un espermatozoide y un óvulo para formar un cigoto. En la reproducción asexual no intervienen los gametos; más bien, cada célula somática se divide y forma nuevas células. Ejemplos de reproducción asexual son: brotes, injertos, propagación vegetativa, gemelos idénticos y clonación.

La clonación se efectúa tomando un óvulo, sacándole su núcleo y reemplazándolo con un núcleo de una célula somática, es decir, con un núcleo que contiene 23 pares de cromosomas. La célula resultante de la primera etapa de un clon es un cigoto. Como se puede ver, la clonación evita la reproducción sexual e inyecta directamente un núcleo somático dentro del óvulo, sin necesidad del espermatozoide. Esta es una técnica sumamente manipuladora que ejerce violencia sobre nuestras células reproductoras porque interfiere con el fin natural de estas células.

Ya sea a través de la fertilización o de la clonación, el cigoto es la primera etapa de nuestro desarrollo embriónico. Todos nosotros comenzamos como un cigoto unicelular.

Actualmente, algunos científicos y políticos están tratando de establecer una distinción entre la clonación "reproductiva" y la clonación "terapéutica". En la clonación reproductiva, el cigoto se implanta en la matriz de la mujer y le permiten desarrollarse a través de todo el embarazo, dando como resultado el nacimiento de un bebé. En la clonación terapéutica, el cigoto se mantiene en una cajita de Petri, en el laboratorio, y sólo se le permite crecer hasta la etapa de la blástula (de una a dos semanas), y después es desmembrado para obtener sus células madres (stem cells).

La distinción entre estos dos tipos de clonación es una distinción biotécnica, no moral. Ambas son una crasa manipulación de la dignidad intrínseca de todo ser humano. Aunque la Iglesia Católica se opone vigorosamente a ambos tipos de clonación, de cierta forma la clonación terapéutica es aún más cruenta, ya que en ella se crea una vida humana sólo para destruirla y sacarle sus células madres.

La gran mayoría de la gente se opone a la clonación reproductiva, ya que es tan repulsiva, aún negándole al niño un padre, y convirtiendo a la madre en su hermana gemela. Sin embargo, algunas personas están cayendo en la trampa de pensar que la clonación terapéutica sí es buena, porque ayudaría a curar enfermedades. Pero el error de este argumento reside en que el embrión humano es destruido para obtener sus células madres. Nunca se debe permitir la matanza de seres humanos inocentes, aún cuando fuera por una noble causa, como la de tratar de curar graves enfermedades. Afortunadamente, Dios nos ha provisto de alternativas a la clonación humana y a la investigación de células madres embrionarias. Las células madres que se obtienen de tejidos adultos, e incluso del cordón umbilical o de la placenta, tienen el potencial de suministrar tejido nuevo para el uso terapéutico, sin la destrucción de vida humana. La Iglesia Católica no se opone a este tipo de investigación, siempre y cuando se haya obtenido el consentimiento apropiado.

Durante los últimos meses del año pasado (2001), la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que prohíbe toda forma de clonación humana. El Presidente Bush también se opone totalmente a la clonación humana. Ahora el Senado de Estados Unidos va a decidir si prohibir o no la clonación humana. Aunque muchos senadores se oponen a la clonación reproductiva, desafortunadamente se está promoviendo el argumento a favor de la clonación terapéutica. Es sumamente importante no caer en la trampa lingüística de creer que entre la clonación reproductiva y la clonación terapéutica hay una diferencia moral, porque no la hay, las dos son gravemente malas. La clonación terapéutica, en particular, es extremadamente inmoral, ya que se crea un embrión humano sólo para luego seccionarlo en pedacitos para sacarle sus células madres.

Por estas razones el movimiento provida está pidiendo a todos urgentemente que escriban una carta a sus senadores en el Congreso de Estados Unidos, diciendo que se oponen rotundamente a todo tipo de clonación humana y que están a favor de la investigación científica de las células madres que se obtienen de personas adultas, lo cual no destruye seres humanos.

El Padre Alfred Cioffi, STD, es doctor en teología moral, con especialidad en bioética, por la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma. Actualmente está en proceso de obtener un doctorado en genética, en Boston, Estados Unidos.

Fuente: ww.corazones.org